Cuan gratificante es participar en una actividad en la que puedes conversar con las personas sobre los diferentes puntos de vista que se tiene en cuanto a un tema tan debatido como la tauromaquia. Hemos hablado con vendedores ambulantes, indigentes, funcionarios, niñ@s, y con quienes aún gustan de la “fiesta brava”. En cuanto a estos últimos, siempre resulta interesante que sean ellos quienes se acerquen y escuchen nuestros argumentos como nosotros lo hacemos con ellos. Así, cuando se refieren a su afición ves que no estás hablando con el enemigo, sino simplemente con una persona a la que le han enseñado a encontrar gusto en la tortura sistemática de un ser sintiente. Digo esto precisamente porque estando acompañando a unas/os cuantos compañeros de REN y CEA-LA que se manifestaban frente a ETB por el patrocinio que esta compañía brinda a las corridas de toros, se acercó un hombre que nos hizo saber que él solía ir a las ferias taurinas y que como tal gustaba de ellas, porque precisamente –aseguraba él- desde pequeño le habían enseñado a ver al toro como un objeto de diversión y no como un ser sintiente.
Me pregunto entonces si esta misma lógica no se encuentra en todas las opresiones que ha creado la humanidad: el hecho de naturalizar la injusticia, de ver al “otro” como inferior, de adjudicar determinadas virtudes a ciertas comunidades y desvirtuar a otras, etc. De este modo, crecemos mitificando a lo que nos es desconocido, temiéndole, minimizándole, y nos volvemos parte de ese discurso del poder hegemónico del cual participamos como oprimidas/os y opresoras/os.
Quizá si se nos hubiera enseñado a valorar cada identidad, cada forma de vida, nuestro planeta no estaría colonizado por un pensamiento que desdeña todo lo que no cuestione la normatividad y exalte sin más el poder del hombre sobre todo lo existente –léase el poder de lo masculino, que por supuesto es ratificado por humanas y humanos-
Personalmente me pareció valeroso que el sujeto por el cual escribo este pequeñísimo artículo, haya reconocido que él hacía parte de quienes gustaban de la tauromaquia, pero que por fortuna en algún momento de su vida, cuestionó sus costumbres y simplemente las modificó, y me pareció valeroso por cuanto no hay muchas/os humanas/os que estén dispuestas/os a optar por este camino.
Y es que quíen querría dejar su posición de comodidad aún cuándo esta oprima a otros, siendo además que se nos ha enseñado que el orden del mundo es natural, incluso todavía algunos/as afirman, tal cual como en el Edad Media, que este orden es casi que un designio divino.
De esta manera y gracias a este hombre, hallé la distinción y conocí a mi real enemigo, quien por supuesto no es él. Mi enemigo, que es el mismo enemigo de las feministas, anarquistas, y demás, es todo un sistema de valores que está instaurado y legitimado por casi toda la humanidad, por tanto, es contra este que debemos luchar, los individuos somos a penas facciones de aquella estructura, mas como queda demostrado, tenemos la capacidad de dar la espalda y construir nuevas formas de concebir el mundo.
Piensen siquiera en cuánta sangre ha tenido que derramarse para que se les reconociera a determinadas etnias el derecho a la ciudadanía, y ni hablar de las luchas de las mujeres y los homosexuales, lesbianas y demás. Estamos bastante lejos de alcanzar una sociedad que nos otorgue a todas/os los mismos derechos, pero por esto mismo nuestra vehemencia debe ser mayor y jamás podemos permitirnos dar pasos de lado. Ninguna lucha de liberación ha sido fácil de lograr, y cada individuo y comunidad persevera por hacer verdaderos aquellos derechos que aparentemente les han concedido.
Entiéndase además que no estoy afirmando que cuestionar todos nuestros valores, tradiciones y costumbres sea fácil, para nada, si a penas empiezo a despegarme de mi lenguaje que legitima la heterosexualidad obligatoria y hasta hace muy poco me enteré que como tal biológicamente no era posible establecer la existencia de una “raza”, pero estoy dispuesta a cuestionarme, estoy dispuesta a cambiar, estoy dispuesta a trabajar para ser mejor persona, y sé que cuando menos me espere, ya habré dado el siguiente paso.
Imágen de AnimalEmancipation
Nota: ya nos es imposible no sospechar de cualquier cosa que legitime este sistema: la legislación es engañosa y a penas aprueba la reglamentación que conviene a los/as poderosos, por ello creemos en la educación como base para cuestionar y derogar un mundo lleno de injusticias. Por otro lado, tampoco reprobamos la acción directa pues creemos en el beneficio que ésta da a los individuos que son liberados, además pone de plano el debate en la sociedad ya que los golpes mediáticos dados por este tipo de acciones siempre llamarán la atención. Seremos estigmatizados, pero qué activistas no lo han sido? Solo diremos una vez más, queremos justicia y la queremos ahora!
