viernes, junio 18, 2010

Los demás animales tienen sus propias razones


Históricamente la humanidad ha creado leyes, códigos de conducta, normas sociales, etc., y a medida que pasan los años, cada vez se intenta cobijar a más personas para asegurarles determinados derechos que han sido vulnerados o pasados por alto. Independientemente de los paradigmas socio-culturales que rodean la existencia humana, ciertos delitos como el asesinato de una persona es castigado de diferentes maneras e incluso cuando un animal no humano asesina a un animal humano, en muchos casos también se le castiga dándole muerte.

Básicamente, en lo que respecta a la relación que sostenemos con los otros animales y con la Tierra, los privilegios que supone pertenecer a la especie humana son muchos, y lo son porque nuestra especie se ha adjudicado el poder por sobre el resto de individuos. De esta manera suponemos que cualquier interés que favorezca a la humanidad o por lo menos, parte de ella, es más relevante que conservar un ecosistema o la vida de cualquier otro animal. Los ejemplos al respecto son miles: desde excavaciones mineras que contaminan las aguas, talan bosques y matan aves, primates y otras especies, hasta experimentos en animales para descubrir la cura de alguna enfermedad o que darán origen a un nuevo medicamento para los dolores de cabeza.
En mayor o menor medida, cuando se cuestionan estas prácticas las personas suelen justificarlas por los beneficios que las mimas conllevan. No obstante he de reconocer que la experimentación en animales ha dado algunos avances en diferentes ciencias y la mayoría nos hemos visto beneficiados por ello, de la misma manera que nos beneficiamos con los avances resultados de los experimentos nazis en humanos, sin embargo ambos actos son despreciables pues significan el sufrimiento y utilización de unos a favor de otros.

Sabemos a su vez, que es socialmente aceptable reconocer el valor de la Tierra y de las otras especies por cuanto sirven o no a los humanos, -o por lo menos esa es la concepción occidental tan arraigada en casi todo el mundo-, y resulta difícil no comparar esto con procesos de tráfico de personas que, igual que la explotación de los ecosistemas y de otras especies, generan cuantiosas sumas de dinero. La diferencia implícita consiste en que otorgamos a nuestra especie beneficios que arbitrariamente no consentimos a las otras, por ello, existen leyes en contra de quienes venden esclavos/as, pero no para quienes comercian con cerdos que serán esclavizados.

Aún cuando no hallemos las alternativas para reemplazar las prácticas a las que estamos habituados, nuestro deber es formularnos una nueva moral en la que nuestras posibilidades de desarrollo no impliquen destruir individuos y/o ecosistemas. De ser necesario tendremos que crear una sociedad diferente con metas que incluyan el respeto absoluto hacia las otras formas de vida y que, bajo ningún parámetro, justifique o avale el sufrimiento, la esclavitud y la utilización de estas.

Hemos olvidado que también hacemos parte del reino animal y que nuestras capacidades cognitivas nos hacen poseedores de inmensas responsabilidades que incluyen por supuesto al resto de habitantes del Planeta y a este mismo en toda su extensión.

A muchas/os nos es imposible vivir bajo los parámetros que excusan al ser humano y lo sitúan como poseedor absoluto de todo lo que le rodea y por lo mismo, decidimos hacernos veganas/os, porque creemos que los otros animales tienen sus propias razones para vivir y no deben ser considerados como propiedad.

Hazte vegana/o, es una excelente manera de empezar a cambiar tu mundo y a transformar el destino que la humanidad le ha conferido a miles de animales.