domingo, agosto 30, 2009

Una Jaula Sólo es Mayor si se Conoce una Menor

 
Extraído del blog de Páblo Fernandez Beri
Derechos Animales Humanos y no Humanos

Existen dicotomías clásicas en casi todos los ámbitos de la vida. Desde la dualidad planteada por el símbolo del Yin-Yang y Caín vs. Abel, hasta las democracias bipartidistas y corporaciones multinacionales actuales, casi todo en la vida parece estar destinado a tener una contrapartida. Los movimientos de protección y defensa de los animales nohumanos no escapan a esta característica, y la principal dicotomía pareciera estar entorno al concepto de ‘abolición’ por un lado, y ‘bienestar’ por el otro.

Ya que el tema ha venido siendo abordado considerablemente tanto en anteriores artículos de este blog como de otros sitios web, no tiene sentido una nueva definición de los términos. Además, definiciones de abolicionismo y bienestarismo con respecto a los animales nohumanos se pueden encontrar fácilmente en la Wikipedia, en el sitio de la Unión Vegetariana y Vegana del Uruguay, o en otros sitios web. A los efectos de un aspecto en particular que trataremos en este artículo, realizaré una breve descripción de cada uno de los conceptos.

No hay país ni legislación en el mundo que no considere a los animales nohumanos como ‘objetos’. La terminología varía un poco de acuerdo al lugar, pero no demasiado. Sólo quienes genéticamente entramos en la categoría de especie “Homo-Sapiens” podemos ser “sujetos”, o sea, individuos capaces de portar “derechos”. Todo aquel que no sea de la especie Homo-Sapiens es considerado un “bien inmueble semoviente”, “un objeto de Derecho”, “ganado”, “ejemplar”, “mascota”, “fruto del mar”, o “recurso”. En definitiva, cualquiera de esos términos significa o describe un “objeto”, una “mercadería”, “algo que se tiene”, algo de lo cual es posible ser dueño/a.

Todo lo que se habla al respecto de los animales nohumanos es dicho desde la perspectiva humana. Somos los animales homo-sapiens, los humanos, los que hablamos de los animales que no son de nuestra especie, o sea, todos los nohumanos. Esta aclaración puede parecer redundante, irrisoria o graciosa, pero viene al caso. Se puede decir que “como los humanos hablamos, es lógico que seamos nosotros los que hablemos sobre quienes son de otra especie”. Sin embargo, no todos/as los/as humanos/as hablan, ni todos/as son capaces de hablar. Existen millones de seres humanos que, o son incapaces de comunicarse con otros, ya sea porque carecen de los sentidos habituales para comunicarse (por ejemplo, con capacidades visuales y/o auditivas diferentes), o que tienen capacidades motoras diferentes, lo que les impide comunicarse. También existen humanos/as que tienen capacidades mentales diferentes, y que comunicarse con el resto les es casi o totalmente imposible. Estos seres humanos, sin embargo, son genéticamente homo-sapiens, y por esa razón son portadores de derechos, y esto les protege de que alguien pueda utilizarlos como si fuesen ‘objetos’ para su uso personal. Desde la abolición de la esclavitud humana, los derechos protegen a todos los/as homo-sapiens de que otros/as nos tomen como esclavos, recursos, objetos o cosas para su beneficio propio. Pero a pesar de este considerable avance histórico, todavía existen muchos casos en los que tales derechos son violados, sobre todo tomando como víctimas a los/as humanos/as más débiles, generalmente criaturas y/o ancianos/as.

El derecho básico a no ser tomados como ‘objetos’ para los/as demás, que todos los integrantes de la especie humana tenemos por el sólo hecho de ser genéticamente animales de la especie homo-sapiens, se ha convertido en punto de referencia para una discriminación generalizada hacia todos los demás animales, aquellos que no pertenecen a la especie homo-sapiens, sino que pertenecen a cualquier otra especie. Tal discriminación por especie, o sea, el especismo, consiste en no tomar en cuenta ese derecho básico que los homo-sapiens tenemos, de no ser tomados por ‘objeto’. En definitiva, esa discriminación habilita, según toda la legislación existente en el mundo, no sólo a no tomar en cuenta la individualidad de los nohumanos, sino a considerar a todo quien no sea genéticamente un/a homo-sapiens como un ‘objeto de Derecho’.

Aclarado el origen de por qué todo habla ‘sobre’ los animales nohumanos y no ‘con’ los animales, pasemos a relacionar esto con la dicotomía de ‘bienestar’ vs. ‘abolición’.

La definición de alguien que no es genéticamente un homo-sapiens como un ‘objeto’ ha sido tan difundida a lo largo de la historia, que mucha gente se la ha venido creyendo. No hay diferencias sustanciales entre el sistema nervioso de alguien que es un/a homo-sapiens y alguien que no lo es, pero la cultura humana en general ha tejido sutiles historias para crear y fomentar tanto rechazo hacia todo quien sea de otra especie, que muchas personas de verdad creen que un ‘animal’ (todos/as somos animales, pero el término ‘animal’ por sí sólo se ha venido usando como sinónimo de ‘animal nohumano’) tiene “algo tan diferente como para que no importe lo que el o ella siente”.

En resumidas cuentas, el concepto de ‘bienestar animal’, que fue creado en el siglo XIX a partir de teorías utilitaristas (el utilitarismo es una corriente filosófica) como Jeremy Bentham, nació como respuesta de un público que si bien no cuestionaba que los/as animales nohumanos fuesen considerados como ‘objetos’, en el fondo sabía que no había mayores diferencias entre la forma que ellos/as sentían, y la de los/as humanos/as. El ‘bienestar’ o ‘sanidad’ animal consiste en medidas utilitarias y de mantenimiento, que lo que hacen es asegurar un manejo higiénico y cuidadoso de esos seres que sienten igual dolor y placer igual que los/as homo-sapiens, pero que por no ser genéticamente de dicha especie, entran en la categoría de ‘objetos’. Al propiciar un adecuado manejo de dichos ‘objetos’, los/as humanos/as que ofician de ‘dueños’ o ‘propietarios’ de los mismos, obtienen un mayor beneficio económico por varios motivos.

Para empezar, el efecto sobre los consumidores. Por más que desde la infancia se nos diga que alguien que no es humano/a es un objeto, todos/as sabemos que los/as animales nohumanos/as sienten igual que nosotros/as, y a la hora de ver cómo un/a humano/a golpea, degüella, electrocuta o despelleja a uno de esos seres, los/as ‘animales’, podríamos dejar de ser partícipes de esa discriminación. O sea, ver imágenes de mataderos es una de las formas por las que muchos/as hemos decidido vivir veganos/as, o al menos comenzado a dejar de participar gradualmente del uso de animales, hasta llegar a vivir veganos/as. Es por ese motivo que lo que ocurre dentro de los mataderos y otros lugares donde se usan animales son secretos y/o están vedados al público.

El ‘bienestar’ o ‘sanidad animal’ maquilla dichos procesos para hacerlo “agradable” a la mayoría del público que participa de los mismos. Participar del uso de animales nohumanos ocurre al consumir cualquier producto que implique la utilización de alguien que, por no ser genéticamente un/a homo-sapiens, es considerado por la ley como un ‘objeto’. Vivir vegano/as es no participar de tal consideración, es la primera y más básica forma de no ser cómplices de dicha discriminación por especie.

La ‘sanidad’ o ‘bienestar animal’ también argumenta, para intentar convencer a quienes se preocupan por los/as nohumanos/as, que ofrece mejoras en la forma en que esos seres son tratados. O sea, se muestra ese maquillaje como un camino hacia una mejora en la vida de esos/as animales que no son de la especie humana. El efecto que esto causa en alguien que dudaba si seguir participando del uso de nohumanos/as como ‘objetos’ generalmente es de pensar: “si los/as tratan bien, entonces no está mal comerlos/usarlos”. Este es su principal objetivo, el gran público, ese que podría dudar entre participar del uso de animales, y dejar de participar, o sea, vivir de forma vegana.

Pero el ‘bienestar’ o ‘sanidad animal’ no sólo se ocupa del público general, su mayor cliente, sino que tiene también una modalidad estratégica. Esta modalidad que tiene el ‘bienestarismo’, por llamarle de alguna forma a quienes se ocupan de retocar la imagen de la consideración de los animales nohumanos como ‘objetos’, consiste en convencer y poner de su lado a quienes se han convertido en portavoces de los animales nohumanos. Y lamentablemente han sido bastante efectivos en esta tarea a lo largo de los años. Paradójicamente, alguien que emprende la tarea de ser portavoz o defensor de quienes no tienen derechos, bajo la influencia del ‘bienestarismo’ podría llegar a decir “está bien que no tengan derechos, lo importante es que se les haga buen mantenimiento”.

Detengámonos unos momentos sobre semejante afirmación (que no fue literalmente dicha por nadie en particular, pero sí viene siendo repetida, con otras palabras). Todos/as sabemos que un objeto, digamos, un automóvil, ofrece un mejor rendimiento si se le hace mantenimiento. Todos/as sabemos también que un animal tiene el mismo sistema sensorial que nosotros/as, y que es sólo un objeto según la legislación y las historias que nos han contado desde temprana edad. Sin embargo, sólo alguien que esté interesado/a en que los/as animales nohumanos/as continúen siendo considerados/as como ‘objetos’ podría estar interesado/a en focalizarse en “el mantenimiento del objeto”, en lugar de aquel individuo que es considerado/a como “el objeto”.

Pongamos un ejemplo más que común a la hora de hablar de ‘bienestar’ o ‘sanidad animal’, el de las jaulas y las vacas. La industria ganadera ha comprobado que a mayor espacio de confinamiento, mayores son las cantidades de carne y/o leche que se obtienen de las vacas. Sin embargo, el pasar de una jaula menor a una mayor ha sido tomado como una “victoria” por ‘defensores de los animales’. Desde el punto de vista del ‘bienestar/sanidad animal’, mayores ganancias son obtenidas a partir de los/as nohumanos/as confinados/as, eso todos/as lo sabemos. Pero han sido tan habilidosos/as estos/as ‘bienestaristas’, que han logrado convencer, no sólo al público de que “está bien usar a esos animales porque ahora viven en un buen lugar antes de ser matados”, sino también a quienes se preocupan por esos animales.

Continuando con el ejemplo, imaginemos a una misma vaca individualizada, por ejemplo, llamémosle “Ilda”, o “Vaca 1”, por si alguien es susceptible ante “mascotizar” un/a animal de una especie “no-mascotizable”. Vaca 1 es una ternera (cría de vaca ‘lechera’) y vive en una jaula de 1 metro por 1,5 metros. En su corta vida no conoce otro lugar. Algunos/as de los/as potenciales consumidores de su cuerpo una vez a ella la maten, comienzan a sentir piedad por ella, y dudan de consumir ‘ternera’. Una medida de ‘bienestar’ amplía esa jaula a 2 metros por 3 metros. Además de obtener más kilos de carne, al público se le convence de que vivir en una jaula de 2 x 3 metros es aceptable para una ternera. Y además el ‘bienestarismo’ logra convencer a quienes velaban por los intereses de Vaca 1, de que la ampliación de la jaula ha sido una gran victoria. Se le hace creer a quien protegía o hacía de portavoz de Vaca 1, que la ampliación de la jaula ha sido obra suya, y que promocione la ampliación como “una victoria sobre los horribles explotadores de Vaca 1”.

A Vaca 1 la matan tiempo después, su cuerpo es vendido como “carne”, y la jaula “ampliada” o “mejorada” donde vivía está vacía. Vaca 2 es alejada de su madre apenas nace y es colocada (ya que es un “objeto”) en la jaula donde antes vivía Vaca 1. Cómo afecta la ampliación de la jaula a Vaca 2? Cómo es “mejor” la situación para Vaca 2? Si fuese “mejor”, con qué debería comparar la situación Vaca 2? Para las vacas que ocupan las jaulas, es mejor que el público se quede tranquilo de que ellas viven en jaulas ahora de 3 metros en lugar de 2, o que cuestionen lo negativo que es usar a alguien como un “objeto” por el sólo hecho de no ser genéticamente un homo-sapiens. Para el público inicialmente horrorizado, vivir vegano/a es no participar de ese concepto, mientras que considerar “positivo” que Vaca 1 haya visto ampliada su jaula, mientras que para Vaca 2 haya sido la única jaula que conoció, no significa ninguna diferencia, ni tampoco lo significa para Vaca 3, 4, 500 o 6 billones. La cuenta sigue para cada consumidor/a, a menos que dejes de participar de ella.

jueves, agosto 06, 2009

KING RAT



King Rat es el nuevo video de Modest Mouse en contra de la caza de ballenas. Disfrútenlo